sábado, febrero 2

Prometí no dejarte caer. Nunca.

Se fueron con vos mi inspiración, mis letras y mis ganas de escribir. Siempre fue así, tu presencia aliviaba el caos que me tocaba padecer y tu ausencia lo agravaba 3 veces más, si para cualquiera un simple malestar ya es una pesadilla, imaginenlo a su máxima potencia y sabrán como llegué a sentirme. Supe desde el primer momento que debía "darme la cabeza contra la pared" varias veces, yo misma, para lograr entender que... no vas a cambiar. Yo no voy a cambiar. Nosotros no vamos a cambiar. Si nunca pudimos o supimos estar juntos, ¿por qué habríamos de estarlo ahora que no está dentro de nuestras posibilidades? A mí me gusta sufrir, esa sería mi respuesta, y con vos podía ser la mujer ("mujer" sigo sintiéndome una nena) más feliz del mundo un día y al otro sentirme la más miserable, reemplazable, mediocre, inútil y olvidada que podría haber pisado el planeta tierra. Así me hacías sentir. Así me hacés sentir. Fuimos parte de un sube y baja emocional en el cual vos siempre estuviste arriba y por lástima o compasión me dejabas subir de vez en cuando. "Más arriba estás, más fuerte caés" lo aprendí con vos, no me lo enseñaste directamente, esas palabras nunca salieron de tu boca, simplemente lo tengo como experiencia por todo lo que nos pasó, bueno.. lo que me pasó. Siempre te hice tan bien... no lo entiendo, no logro comprender tu capacidad de destruirme en un segundo, y mi incapacidad de hacerlo, ¿por eso me amabas? ¿por ser la única persona en insultarte por tu bien? ¿la única en abrirte los ojos aunque te duela? ¿la única capaz de nunca dejarte caer? A mis cortos 16 años sólo quise "enseñarte" a que te alejes de todo dolor. Te alejaste de mi. Y yo nunca te hice sufrir. Creo que no lo aprendiste muy bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario