lunes, mayo 6

¡¿A mí?!

Supongamos que te pasó como a mí, sí, a vos que me estás leyendo, supongamos que la ausencia de una persona te afectó desmedidamente, que cuando creíste haberlo superado esa persona vuelve ¿cómo te sentirías?, ¿cómo debería sentirme yo?
Toda esta situación es una mezcla confusa de pensamientos fatalistas (tales como: "si ya me lo hizo una vez, va a volver a pasar", "no servimos para estar juntos", "no me valoró, y yo que lo cuidé tanto", "está bien, yo tampoco me elegiría"...) y una alegría extraña que no llega a ser felicidad extrema, sino que es una sensación más semejante al bienestar. Esa persona a la que tanto extrañaste, necesitaste y quisiste (querés) (bueno, amás) (está bien, amo), volvió, a vos, a tus histerias, a tu malgenio, a tus melancolías nocturnas, a tus domingos por la tarde donde nunca podés más, a tu pelo suelto, largo y sin peinar, a tus ganas de no comer, a tu odio por tus cumpleaños, a tus abrazos, a las contradicciones que representás, a tus inexplicables cambios de humor, a tu conciencia, a tu desconcierto a fin de mes, a tu amor por el violeta, a tu caída, a tu llegada y a tu huida inevitable. Sí, si lo pongo así correrían a sus brazos, ¿cierto? así me siento, así me defino. Pero... si me quiso tanto ¿por qué se fue? ¿por qué me dejó tan sola, tan vulnerable, susceptible, carente de afecto, de abrazos, de besos, de un poco de compasión sincera?
No, no estoy obsesionada, solamente cuido a alguien con la pureza de una adolescente sintiéndose correspondida, y no es uno de esos amores fallutos, no, hablo del amor que te lleva a entregar todo -hasta tu propia vida- por verlo sonreír.

3 comentarios:

  1. sos mi modelo a seguir, gracias por escribir, gracias por ser asi con nosotros, segui haciendolo, por favor no nos dejes caer

    ResponderEliminar