sábado, mayo 4

Quereme doble o no me quieras.

Es la escena que se repite en cada una de mis salidas: La estoy pasando bien, bueno, quizá no tanto, pero simplemente estoy ahí, a gusto, riéndome con alguien, hablando, lo que sea. De repente, me cambia la cara. Me quiero ir, ¿para qué vine? me estoy aburriendo, quiero estar en mi casa, en mi cama, leyendo o mirando una película, SOLA. Cuando termino, por fin, de pensar en todo eso, se me pasa, vuelvo a cambiar la cara, vuelvo a hablar, vuelvo al mundo de interacción social en el que quiero a la gente, o finjo hacerlo. Es un breve lapso de tiempo en el que dejo de ser yo misma... o... empiezo a ser yo realmente, ¿quién sabe? lo único que sé es que esas dos personalidades completamente opuestas están dentro de mí, no puedo hacer nada para controlarlas, nada para decidir cuando quiero ser cada una de ellas, nada para frenarlas, nada para dejar de ser esa persona tan odiosa a la que en ese momento todos desearían tener a kilómetros de distancia y comunicarse con ella (conmigo) sólo mediante una linda postal que compraron en el kiosco de la esquina, no puedo hacer nada, en absoluto.
No sé si esta doble forma de ser será más fuerte que yo, pero es más fuerte que mi fuerza para combatirla. De algo estoy segura, lastimo, desespero, confundo y canso a mi entorno. Merezco estar sola. Quizá quiera. Quizá pido a gritos ayuda. Quizá busco cambiar. Quizá a nadie le importe, no, acá no va un "quizá", lo afirmo: a nadie le importa.


2 comentarios:

  1. Aveces las cosas que sentimos somos nosotros mismos pidiendo a gritos salir :)

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  2. Coincido. Casi siempre es así :)

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